Un Workaway de Mi*rda

Un Workaway de Mi*rda

Lo que iba a ser una semana separados estando cada uno en un alojamiento, se convirtió en solo una noche.

Yo (Lara), decidí ir a un Workaway en un pueblo cercano en el Lago Atitlán durante una semana para ahorrar dinero en alojamiento, y también para darnos espacio a mi y a Pablo para vivir cada uno su experiencia al tiempo que viajamos juntos.

El workaway era en un hotel local en el que, supuestamente, trabajaría 5 horas al día limpiando habitaciones y en recepción. A cambio me daban, también supuestamente, una habitación y un baño para mi sola y un desayuno.

La realidad resultó ser totalmente diferente.

La habitación era oscura y olía a humedad. El primer día trabajé 6 horas en lugar de las 5 acordadas, limpiando el hotel de arriba a abajo. El baño era compartido con 4 habitaciones más y estaba sucio. El desayuno consistía en un huevo, medio plátano y una cucharada de judías negras (comida que no me da ni para una muela).

Visto el panorama, decidí que la única manera en la que me quedaría ahí sería si me redujeran 2h al día -entrando a las 9h y saliendo a las 13h- y si me cambiaban de habitación a otra un poco más decente.

Cuando estaba en el dormitorio organizando todo y montando en mi cabeza el discurso para planteárselo al jefe, voy y me encuentro dos cucarachas: una ya muerta y la otra correteando por la habitación.

Fue la gota que colmó el vaso.

Cuando hablé con él y le expliqué la situación, me entendió y aceptó la reducción del numero de horas, pero no me podía cambiar de habitación porque estaban todas reservadas.

Cuando le comenté lo de las cucarachas, va y me espeta con todo su morro que es normal que me las encontrara, porque había una plaga en el hotel.

Ahí decidí que era momento de marcharme. Soy ahorradora, pero tengo dignidad, jajajaja.

Cocina Workaway

Al fin y al cabo, esto de irme al Workaway lo hice porque, a pesar de que puedo permitirme pagar un airbnb con Pablo, prefiero aprovechar las oportunidades gratuitas que encuentre para ahorrar dinero (y más en Guatemala, ya que aquí hemos gastado bastante por imprevistos que nos han ido surgiendo); sin embargo, no por eso voy permitir que me exploten, ni vivir en condiciones pésimas.

Total, el final de esta historia es que al día siguiente regresé con Pablo y en estos momentos sigo en la búsqueda de algún lugar gratuito para hospedarme estos días en el Lago.

Si lo encuentro, genial; si no, no pasa nada porque me quedo con Pablito muy agustito en el maravilloso airbnb.

Y ésta, señores, es otra de las que llamamos mierdas del viaje: imprevistos que ocurren y que tienes que solucionar al instante.

Aunque haya sido solo un día, ha sido una experiencia súper interesante y que me ha enseñado que soy capaz de afrontar situaciones en las que nunca me imaginé y que, al fin y al cabo, siempre hay soluciones para casi todo.

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