Un mes Viajando
Hoy, día 26 de noviembre, se cumple justo un mes desde que dejamos Barcelona rumbo Cancún.
Hace un mes que salimos por la puerta de casa con dos mochilas y siguiendo un mismo camino.
Viajando, la noción del tiempo se vuelve completamente diferente a la que se tiene cuando se mantiene una rutina y un hogar fijo.
En ocasiones parece que hace tres días que llegamos a México, y otras, que llevamos viajando 1 año entero. A veces recordamos sitios en los que hemos estado como si pertenecieran a otra vida: ni siquiera nos acordamos de lo que hicimos ayer por la mañana. Sin embargo, otras veces sentimos que esto solo acaba de empezar y que nos queda muuuucho por recorrer.
Desde una visión general, es cierto que hemos visitado, vivido y conocido miles de lugares, experiencias y personas en muy poco tiempo (supongo que es por esto por lo que sentimos que llevamos más tiempo viajando)
Como se imaginarán, son muchas y diversas las sensaciones que hemos experimentado. Desde ilusión, sorpresa y esperanza, hasta desesperación, enfado y angustia. Y, a veces, sentimos todas ellas en un mismo día.
Y sí, esto que estamos haciendo es un proyecto único y que recordaremos siempre. Era nuestro sueño y sabemos que es el de muchas personas. Estamos haciendo algo que muchos no se pueden permitir y que nosotros tenemos la suerte de vivir.
Pero también tenemos que reconocer que nos cansamos. Es un estilo de vida muy inestable e impredecible: tan pronto estamos en medio de la selva construyendo paredes de barro, como en medio de la ciudad en un airbnb de capacidad para 7 personas solo para nosotros. Un día nos despertamos y tenemos que hacer 1h de recorrido para ir al supermercado, y al otro desayunamos, almorzamos y cenamos por fuera a un precio que da hasta risa. En ocasiones tenemos utensilios de chef profesional en la cocina, y otras, tenemos que utilizar a modo de servilleta el papel del baño y comer con las manos.
Y así sucede con miles de situaciones diferentes. Situaciones que, desde fuera, pueden parecer sencillas y una simple queja, pero que, cuando lo estás viviendo supone un gran gasto de energía mental (tal y como lo comentaba Pablo en su post) y emocional.
Cambiamos constantemente de sitio: esta semana nos hemos alojado en tres airbnb diferentes. También cambiamos de planes: hace una semana pensábamos quedarnos en San Cristóbal de las Casas durante casi un mes, y hace dos días decidimos que iremos en una semana a Guatemala (lo cual supone averiguar cómo cruzar la frontera, el tipo de moneda que se usa allí, buscar otro workaway…).
Otro aspecto que siempre cambia es la apetecibilidad de salir de casa y conocer lugares nuevos: hoy nos puede apetecer ir a unas montañas perdidas a hacer un temazcal durante 5 horas y luego salir de fiesta en la ciudad, pero mañana querremos estar todo el día en casa trabajando y descansando.
Sí, todo un caos de vida.
Pero gracias a este caos, hemos podido experimentar en un solo mes todo lo que voy a enumerar a continuación:
- Bañarnos en muchos cenotes diferentes.
- Probar la Jamaica (bebida típica de Yucatán hecha de la flor de Jamaica y que a mí -Lara- me encanta)
- Ir en bicicleta por un pueblo perdido y encontrarnos con un cementerio en el que se podían ver los huesos de las personas fallecidas.
- Deleitarnos con las tortas de pastor.
- Vivir en medio de la selva.
- Descubrir una de las maravillas del mundo: Chichén Itzá.
- Hospedarnos en casa de gente local.
- Experimentar el temazcal de una forma muy tradicional.
- Celebrar el cumpleaños de Lara.
- Hacer un recorrido en moto (en el que nos empapamos por la lluvia y nos congelamos de frío) hasta llegar a una cascada.
- Conocer a dos parejas diferentes que nos acompañaron durante un tiempo: una de Galicia y otra de EEUU y Turquía.
- Viajar en la parte de atrás de una furgoneta al aire libre.
- Reencontrarnos con un amigo de Pablo, Raúl, de Barcelona en Mérida.
- Vivir el día de los Muertos y todas sus costumbres.
- Ir a una clase de salsa-zumba con una de nuestras anfitrionas.
- Hacer fuego con papel de culo usado.
- Entrar a un museo de medicina maya en el que sentimos una energía tan mala que quisimos salir enseguida de allí.
- Comer yogur con las manos por no tener cubiertos.
- Ver cochinitos en libertad en la playa.
- Ir a una feria gigante con muchas atracciones de feria que se celebra cada año y a la que acude todo Yucatán.
- Esperar a los taxis dentro de las tiendas debajo de los ventiladores de lo insoportable que era el calor fuera.
- Recoger el agua del baño que se nos inundaba cada 10 min con un cepillo y una pala.
Y estas, son situaciones concretas que recordamos ahora mismo.
Pero lo que de verdad es heavy, es la maldita aventura que supone el día a día. Cada segundo que pasa es un reto, una experiencia nueva, una emoción diferente.
Sé que el principio de este post era muy negativo y pesimista, incluso puede parecer que no disfrutamos de este viaje.
Pero esa era la intención: plasmar la realidad que muchas veces no se cuenta porque es la más difícil y la que menos gusta, y al final hablar de lo afortunados que somos y lo agradecidos que estamos de lo que estamos viviendo.
Todo, absolutamente todo, tanto las experiencias incómodas como las más alucinantes, nos encantan y las abrazamos con mucho cariño, porque son las que hacen que este viaje sea la gran aventura de nuestras vidas.
Gracias México por enseñarnos tanto.
Gracias Pablo por ser mi compañero de viajes, aventuras y vida. Gracias también por hacer de cualquier lugar casa.
Gracias a todos ustedes por leer este post y preocuparse siempre por nosotros.
Un besazo enorme chamacos.