Tres meses viajando en Pareja
Comienzo este artículo riéndome. Riéndome de lo absurda que me parece ahora mismo la idea que teníamos de este viaje antes de empezarlo.
Nuestro plan inicial era viajar durante un año entero por 3 continentes diferentes: Latinoamérica, Asia y África, estando 3 o 4 meses en cada uno.
Resulta que justo ahora se cumplen 3 meses viajando por Latinoamérica y “sólo” hemos visitado 6 países. Digo sólo porque, obviamente, resulta imposible recorrer todos los países de este continente en tan solo 3 meses.
Ahora mismo el plan es llegar a Argentina en Junio, para volver a España en verano y disfrutarlo con la familia y amigos. Luego, en Octubre, retormar esta aventura en la India y continuar por el sudeste asiático.
Y bueno, es precisamente de estos tres meses de lo que quiero hablar. De estos tres meses viajando en pareja y estando, prácticamente, 24/7 juntos.
Quiero hablar de la realidad, de lo que hay detrás de esos vídeos tan idílicos que muchos publican en Tik Tok, de las fotos románticas que se ven en Instagram con atardeceres detrás y de los textos tan profundos que se dedican.
En este artículo quiero contar los aprendizajes, los baches, los malentendidos y la incomodidad.
Cuando se emprende una aventura, un camino como este en pareja, las expectativas son altas, muy altas. Al fin y al cabo, te vas de viaje con el amor de tu vida, con la persona de la que estás enamorada, al otro lado del mundo a explorar.
Y claro, es inevitable que miles de imágenes y escenarios se creen en la cabeza. Puedes imaginarte en playas paradisicas tumbada en arena blanca y bebiendo agua de coco mientras acaricias la espalda de tu pareja. Puedes imaginarte como se salpican agua entre ustedes riéndose muchísimo debajo de una cascada perdida en la jungla; o paseando por pueblecitos pintorecos agarrados de la mano.
Lo que nunca te imaginas es que a veces a tu pareja no le apetece estar tumbado sin hacer nada y que tú le acaricies la espalda, si no que quiere correr por la arena; o que tú no quieres meterte en el agua congelada de esa cascada porque no tienes ropa de cambio; o que en ese pueblo pintoresco hace tanto calor que hasta el roce de la ropa te molesta…
Esto son tan sólo ejemplos de situaciones aleatorias que, en el fondo, son una tontería. Nadie se va a morir por eso. Pero están ahí, hay que nombrarlas también.
Aún así, lo que nadie te cuenta nunca es que no es lo mismo pasar unas vacaciones de dos semanas - o incluso un mes- con tu pareja, que pasar tres meses juntos. Nadie te cuenta que en esos tres meses van a ser muchas las situaciones incómodas, los desacuerdos y los malentendidos.
Al principio todo es alegría y fuegos artificiales, como una especie de luna de miel. La energía es más o menos la misma, las ganas de conocer lugares y personas, de probar nuevas comidas… Al principio las ideas de planes coinciden, los horarios son los mismos y la organización y planificación se hace de una forma justa y equilibrada.
Pero según va pasando el tiempo las cosas empiezan a cambiar. Ya son muchas las playas, las cascadas y los pueblos pintorescos visitados. Ya han sido muchas las primeras veces. Ya han sido muchos los alojamientos. Ya han sido muchas las personas conocidas. Y ya han sido muchos los días juntos.
Cada uno empieza a tomar caminos diferentes, a ver otras opciones de futuro… Hasta que se acaba rompiendo la relación.
Y eso es exactamente lo que….
Que noooooo que es broma. Sólo quería darle un toque divertido a esto porque se estaba volviendo un tanto oscuro y pesimista jajajajaja.
Pero bueno, es la realidad, la energía en la pareja cambia y hay que lidiar, a veces incluso cada día, con situaciones que preferíamos no vivir.
Aunque la realidad también es que el amor se vuelve mucho más profundo. Conoces formas de actuar de tu pareja que nunca antes habías visto. Descubres sentimientos que ni él mismo había sido consciente.
Comprendes.
Comprendes su personalidad, sus miedos e inseguridades. Comprendes por qué se siente mal, qué es lo que le molesta y lo que no le gusta. Comprendes por qué prefiere unas cosas en lugar de otras.
Aceptas.
Aceptas que su realidad no es la misma que la tuya. Que su pasado no es igual. Aceptas que hay diferencias y que eso está bien. Aceptas que no tienen los mismos gustos. Que cada uno tiene expectativas diferentes.
Y abrazas.
Abrazas las diferencias. Abrazas la incertidumbre y los malentendidos. Abrazas cada una de las heridas. Abrazas la tristeza y el enfado. Abrazas a tu pareja y la achuchas junto con todos sus defectos.
Haces equipo, te vulves uno con tu pareja. Aprendes a adaptarte y a ceder. Aprendes a dejarte querer y cuidar también.
Aprendes que tu pareja es tu mejor amigo y no tu enemigo.
Querer de una forma pura, limpia, sana, profunda y sincera. Querer sin miedo. Querer sin ataduras. Querer con libertad. Querer estar. Querer querer.
Pablo me dijo hace unos días que el enamoramiento también se trabaja. Es un sentimiento que nace de lo más profundo del ser, pero que también se puede mantener, si se le dedica tiempo y mimo.
Puedes elegir seguir estando enamorado de tu pareja. Puedes currartelo cada día para seguir estando enamorado. Puedes hacer que tu pareja se enamore de nuevo cada día de tí.
Sólo tienes que quererlo de verdad. Sólo tienes que elegir seguir estando enamorado.
Y Pablo, después de casi tres años juntos y tres meses viajando, sigo eligiendo cada día querete y amarte. Sigo eligiendo irme a dormir cada noche en un lugar diferente contigo. Elijo estar contigo en La Palma, en Barcelona y en Cancún. Te elijo en cada parte del mundo.
Elijo este viaje contigo.
Elijo comprender, aceptar, abrazar y querer cada para de tí.
Elijo ser mejores amigos, elijo ser pareja, elijo ser compañeros de viaje.
Y por último, elijo nuestras diferencias, porque hacen un equilibrio perfecto.